La compañía del buscador es, probablemente, la mayor de comunicación del mundo. Su estrategia es ofrecer herramientas fáciles y gratuitas y relacionar la información mejor que nadie. Apenas 10 años le han valido para convertirse en el gigante de la Red y en la marca más importante del mundo. Pese a su gran actividad, salvo algunas excepciones, su reputación apenas se ha manchado.
Para mucha gente, Google es sinónimo de Internet. E Internet es la última gran revolución de la comunicación. El 7 de septiembre se cumplirán 10 años de la fundación de la compañía y desde hace dos es la marca más valorada del mundo. Ahora, sus fundadores, Larry Page y Sergey Brin, también pueden exponer en sus vitrinas el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación.
Un '1' seguido de cien '0', 10100, es un 'googol', cifra de la que tomó su nombre el buscador que, como todo proyecto de éxito salido de Sillicon Valley, nació en un garaje. Brin y Page recalaron en el de un amigo en Menlo Park (California), pero llegaron allí con buena parte del algoritmo de búsqueda desarrollado en la Universidad de Stanford.
Su hipótesis era que para obtener resultados de búsqueda óptimos hay que relacionar las relaciones entre páginas web, el número de veces que un término aparece en ella y el número de enlaces que la apuntan. Son las bases del algoritmo de Google, PageRank, cuyo funcionamiento exacto se desconoce y que cambia constantemente para ofrecer los mejores resultados.
Tras un par de cambios de sede, la compañía se estableció en Mountain View. Y nació el Googleplex, probablemente el edificio de oficinas más fotografiado del mundo, donde los trabajadores cuentan con comida o bebida gratis, salas de juego y pueden dedicar un 20% de su tiempo a desarrollar sus propios proyectos. En su día fue una novedad; ahora todo el mundo lo imita.
Al diccionario y a Wall Street
Desde entonces, Google no ha parado de crecer. Tal es su importancia en la vida diario de cientos de millones de personas que 'google' ha sido incluido en los diccionarios 'Merriam Webster' y 'Oxford English' bajo la defición "utilizar el buscador Google para obtener información en Internet". En España, no es extraño 'googlear'.
Para mucha gente, Google es sinónimo de Internet. E Internet es la última gran revolución de la comunicación. El 7 de septiembre se cumplirán 10 años de la fundación de la compañía y desde hace dos es la marca más valorada del mundo. Ahora, sus fundadores, Larry Page y Sergey Brin, también pueden exponer en sus vitrinas el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación.
Un '1' seguido de cien '0', 10100, es un 'googol', cifra de la que tomó su nombre el buscador que, como todo proyecto de éxito salido de Sillicon Valley, nació en un garaje. Brin y Page recalaron en el de un amigo en Menlo Park (California), pero llegaron allí con buena parte del algoritmo de búsqueda desarrollado en la Universidad de Stanford.
Su hipótesis era que para obtener resultados de búsqueda óptimos hay que relacionar las relaciones entre páginas web, el número de veces que un término aparece en ella y el número de enlaces que la apuntan. Son las bases del algoritmo de Google, PageRank, cuyo funcionamiento exacto se desconoce y que cambia constantemente para ofrecer los mejores resultados.
Tras un par de cambios de sede, la compañía se estableció en Mountain View. Y nació el Googleplex, probablemente el edificio de oficinas más fotografiado del mundo, donde los trabajadores cuentan con comida o bebida gratis, salas de juego y pueden dedicar un 20% de su tiempo a desarrollar sus propios proyectos. En su día fue una novedad; ahora todo el mundo lo imita.
Al diccionario y a Wall Street
Desde entonces, Google no ha parado de crecer. Tal es su importancia en la vida diario de cientos de millones de personas que 'google' ha sido incluido en los diccionarios 'Merriam Webster' y 'Oxford English' bajo la defición "utilizar el buscador Google para obtener información en Internet". En España, no es extraño 'googlear'.
Tampoco es extraño hacerlo en la bolsa. Especialmente desde la irrupción de la compañía probablemente la que mejor sobrevivió a la burbuja de las 'puntocom' en Wall Street en agosto de 2004. Google mantiene el control de la gran mayoría de sus acciones, pero ingreso 1.670 millones de dólares que le dieron un valor de 23.000 millones. Muchos de sus empleados, tras vender, se hicieron millonarios. Los títulos debutaron a 135,91 dólares y en octubre de 2007 alcanzaron por primera vez los 700.
No sólo eso: mientras muchas de las compañías de Internet que hoy son populares o acaban de nacer con aires de grandeza apenas cuentan con ingresos, Google lo es casi todo en el mercado de la publicidad por Internet. Raro es el sitio donde no han colocado sus anuncios por palabras que cambian según el contenido de la página o de otro tipo.
Su facturación por este concepto en 2007 alcanzó los 16.593 millones de dólares. Algunas consultoras cifran el total de ingresos publicitarios en Internet en todo el mundo en alrededor de 45.000 millones de dólares. Y nadie es capaz de hacerle sombra, mucho menos desde sus alianzas con Yahoo! o MySpace.
Mucho más que tecnología
Búsquedas, publicidad, innovación... parece mucho, pero sólo es el principio. Google no duda en desarrollar, o comprar, la tecnología que necesita o cree que puede beneficiarle.
Cuando Page y Brin se dieron cuenta de que su herramienta de vídeos no podía competir con YouTube, la compraron. Chad Hurley y Steve Chen, sus fundadores, vendieron por 1.600 millones de dólares. Hoy, en plena eclosión del vídeo por Internet, ha superado el tráfico del buscador y su valor es incalculable, y Google, sin ninguna prisa, aún estudia cómo rentabilizarla. Es sólo la más importante de la lista: Google Earth, sus herramientas publicitarias, Blogger y muchas otras partieron de compras de éxito.
Google no es una gran compañía con una división dedicada a la comunicación. Es una empresa de comunicación. No hay ninguno de sus productos que no toque, por una u otra vertiente, este terreno. La lista de productos es interminable: correo electrónico, lectores de noticias, mapas, publicidad, salud, redes sociales, blogs, noticias... y su crecimiento es constante.
No contentos, mantienen una reputación casi intachable. Luchan por la neutralidad de la Red para evitar que su control dependa de los proveedores de acceso y han atraido para esta causa incluso a Barack Obama, han puesto en marcha proyectos para ofrecer conexión inalámbrica gratis en EEUU e incluso cuentan con una organización que investiga soluciones para el calentamiento global.
Si alguna crítica se puede hacer a Google es su afán por acapararlo todo, su 'plan para dominar el mundo', que cuenta con más datos de sus usuarios que ninguna otra compañía y que no lucha contra la censura en países como China. Pese a ello, su filosofía de 'Don't be evil', apenas puede cuestionarse.
Google no es Internet, aunque hay quien lo crea. Pero sí es quien mejor organiza, filtra y comunicado la incalculable cantidad de información que hay en la Red.
No sólo eso: mientras muchas de las compañías de Internet que hoy son populares o acaban de nacer con aires de grandeza apenas cuentan con ingresos, Google lo es casi todo en el mercado de la publicidad por Internet. Raro es el sitio donde no han colocado sus anuncios por palabras que cambian según el contenido de la página o de otro tipo.
Su facturación por este concepto en 2007 alcanzó los 16.593 millones de dólares. Algunas consultoras cifran el total de ingresos publicitarios en Internet en todo el mundo en alrededor de 45.000 millones de dólares. Y nadie es capaz de hacerle sombra, mucho menos desde sus alianzas con Yahoo! o MySpace.
Mucho más que tecnología
Búsquedas, publicidad, innovación... parece mucho, pero sólo es el principio. Google no duda en desarrollar, o comprar, la tecnología que necesita o cree que puede beneficiarle.
Cuando Page y Brin se dieron cuenta de que su herramienta de vídeos no podía competir con YouTube, la compraron. Chad Hurley y Steve Chen, sus fundadores, vendieron por 1.600 millones de dólares. Hoy, en plena eclosión del vídeo por Internet, ha superado el tráfico del buscador y su valor es incalculable, y Google, sin ninguna prisa, aún estudia cómo rentabilizarla. Es sólo la más importante de la lista: Google Earth, sus herramientas publicitarias, Blogger y muchas otras partieron de compras de éxito.
Google no es una gran compañía con una división dedicada a la comunicación. Es una empresa de comunicación. No hay ninguno de sus productos que no toque, por una u otra vertiente, este terreno. La lista de productos es interminable: correo electrónico, lectores de noticias, mapas, publicidad, salud, redes sociales, blogs, noticias... y su crecimiento es constante.
No contentos, mantienen una reputación casi intachable. Luchan por la neutralidad de la Red para evitar que su control dependa de los proveedores de acceso y han atraido para esta causa incluso a Barack Obama, han puesto en marcha proyectos para ofrecer conexión inalámbrica gratis en EEUU e incluso cuentan con una organización que investiga soluciones para el calentamiento global.
Si alguna crítica se puede hacer a Google es su afán por acapararlo todo, su 'plan para dominar el mundo', que cuenta con más datos de sus usuarios que ninguna otra compañía y que no lucha contra la censura en países como China. Pese a ello, su filosofía de 'Don't be evil', apenas puede cuestionarse.
Google no es Internet, aunque hay quien lo crea. Pero sí es quien mejor organiza, filtra y comunicado la incalculable cantidad de información que hay en la Red.
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